El sueño. Todos disfrutamos de este fenómeno, sin embargo, no solo existe para nuestro placer, además es fundamental para nuestra existencia. Este es un proceso activo, cíclico y transitorio, que se caracteriza por una disminución de la respuesta a los estímulos del medio ambiente. Es de vital importancia para los procesos biológicos, como el desarrollo cerebral y los procesos de aprendizaje, el sistema inmunológico, funcionamiento del sistema endocrino, entre otros. Y al estar involucrado en todos los aspectos de nuestra salud, es también relevante para la adecuada regulación emocional, el bienestar familiar y para mantener relaciones humanas sanas.
El sueño se divide en distintas etapas, principalmente en dos grupos: sueño REM y No REM (REM significa “Movimientos Oculares Rápidos”, por sus siglas en inglés y es el momento donde se concentran los “sueños”). Cada uno de estas etapas tiene características típicas y tiempos de duración determinados, las cuales se establecen en los primeros meses de vida y alcanzan una estructura similar al adulto hacia los 6 meses de vida.
Como en todas las áreas de nuestra vida, también podemos ver alterado nuestro “sueño” y ¡no solamente nos sucede a los adultos! Es muy importante estar atentos a los diversos trastornos del sueño que pueden afectar a la población pediátrica. Entre estos podemos encontrar: trastornos del movimiento relacionados al sueño, trastornos del ciclo circadiano, parasomnias, hipersomnolencia central, entre otros. Sin embargo, el principal motivo de consulta lo constituyen las dificultades a la hora de dormir vinculadas a malos hábitos de sueño. Es por esto que establecer rutinas y una adecuada higiene de sueño desde temprana edad, es crucial. Para lograr esto utilizamos técnicas a las que llamamos cognitivo-conductuales. Entre estas se encuentran la extinción gradual, refuerzo positivo, asociación positiva o técnicas de relajación, siempre atendiendo a las características del paciente, como la edad y sus correspondientes necesidades del dormir, su contexto de salud en general, sus dinámicas familiares, etcétera. Todos estos métodos han demostrado ser muy eficaces mostrando resultados favorables de hasta un 95%. Por tal motivo los fármacos son siempre un último recurso, siempre bajo supervisión médica. El más utilizado es la melatonina. Se utiliza por períodos breves en niños sanos (pudiendo prolongarse en caso de enfermedad de base) y siempre junto a las medidas “cognitivo-conductuales” para optimizar la higiene del sueño.
Algunos consejos importantes:
- Horario regular y consistente de acostarse y levantarse, teniendo en cuenta las horas que debe dormir el niño según edad y características personales.
- menor de 4 meses: 14-18 hrs
- 4-12 meses: 12-16 hrs
- 1-2 años: 11-14 hrs
- 3-5 años: 10-13 hrs
- 6-12 años: 9-12 hrs
- 13-18 años: 8-10 hrs
- Hacer “ambiente de dormir”, bajando las luces y la actividad física
- Evitar actividades estimulantes al menos tres horas antes de acostarse, tales como hacer deporte, juegos bruscos y activos.
- Al menos 1 hora antes de acostarse, apagar todo tipo de pantallas y luces
- Evitar consumo de alimentos estimulantes después del mediodía: azúcares, chocolates, bebidas cola, bebidas energéticas, té, café, yerba mate, etc.
- Generar una rutina antes de acostarse: ir al baño, lavarse los dientes, ponerse pijama, leer un cuento y apagar las luces. Dejar lo más molesto al principio y más gustoso al final. Siempre igual orden. Se puede usar cartilla gráfica, para ayudar al niño y los padres y cuidadores.
- Habitación cómoda: oscura, tibia (19ºC a 22ºC) y silenciosa. En su cuna hasta los 2 años y en su cama a los 3 años
- No utilizar la habitación para castigos, para evitar asociaciones negativas al acostarse.
- Se puede utilizar ruido blanco.
- Se puede usar chupete hasta el año de vida.
- Está permitido el uso de lámparas infantiles (luz tenue)
- Se recomienda utilizar figuras de apego.
- Si el baño nocturno relaja, hacerlo antes de dormir. Si lo activa, que sea en la mañana o antes de la cena.
- Fomentar la práctica de dormir solo. Poner al bebe en la cuna antes de quedarse dormido, no hacerlo dormir en brazos, ni en el coche.
- No practicar colecho o el uso frecuente de cunas móviles.
- Evitar darle leches en la noche solo para que vuelva a dormirse.
- Siesta de 1.5 a 3.5 hrs. hasta los 4-5 años. No hacer siesta después de las 17 hrs
- A los 6 -12 meses a su pieza.
- La cama es solo para dormir. No dormir en otros lugares que no sean la cama de su pieza
- Acostarlo con sueño. No dormido
- Evitar comidas pesadas antes de dormir, así como acostarse con hambre
- Favorecer actividades diurnas y exposición a luz matinal
- No debe haber televisor en la pieza
Dra. Sofía Vargas
Neurología Pediátrica